Allá por 1999, el elenco Xeneize era una maquinita. Desde el arribo del Virrey habían logrado el bicampeonato local, y todas las piezas parecían funcionar a la perfección. Sobre todo la delantera, con un Martín Palermo enajenado.
Sin embargo, el DT era conocido por nunca relajarse y por fomentar la competencia interna. Un poco por eso y un poco apuntando a futuro es que incorporó a prueba a un centrodelantero particular.
Se trató de Martyn Clarke, un jugador oriundo de Plymouth pero criado desde niño en las Islas Malvinas. Martyn fue hijo de un excombatiente que participó del lado inglés y de la dueña de un pub de las Malvinas.
En aquel momento, Clarke jugaba en la liga malvinense y, con apenas 19 años, había tenido un particular empujón de la suerte: había sido descubierto por Esteban Cichelo, un argentino que lo vio jugar en uno de sus viajes a la isla y que, casualmente, había sido quien organizó la visita de Diego Maradona a la Universidad de Oxford.
Con el aval que puede dar cualquier vinculación con el Pelusa en Boca, Cichelo realizó los contactos y logró que un domingo 8 de agosto de 1999, Clarke llegara a La Bombonera para presenciar un Boca-Independiente y comenzar su historia en Brandsen 805. Y lo hizo por todo lo alto: tras ver el encuentro en un palco, salió a comer una pizza con Diego Maradona.

Se instaló en la pensión de Casa Amarilla, donde entrenó alternado entre la Cuarta y la Reserva, pero era evidente que su talento no era suficiente. Y, por si faltaba algo, sufrió una lesión muscular que lo dejó más complicado. Antes de pegar la vuelta se probó en Defensores de Belgrano y El Porvenir, pero a esta altura el tren había pasado de largo.
En 2002, el diario británico The Guardian reveló un proyecto para filmar un documental sobre Martyn titulado “Jugando para el enemigo”, algo que causó mucha molestia en Argentina.
Martyn se quitó la vida en diciembre de 2022, en un trágico episodio; pero será por siempre el primer jugador de Malvinas en pisar las canchas argentinas.